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Por: Ronald Soto Toncel.

A la primera persona que le escuché decir “Teo juega bien” fue a mi amigo y colega Wilhelm Garavito. Era un ya lejano año 2006, cuando nosotros dábamos nuestros primeros pasos en el periodismo como estudiantes practicantes del Canal 23 de la Universidad Autónoma del Caribe, mientras que Teófilo Gutiérrez empezaba a mostrar destellos de su calidad en el Barranquilla FC.

Sus palabras no pasaron desapercibidas para mí. Y como regularmente íbamos al estadio Romelio Martínez a ver los partidos del Barranquilla, comencé a mirar al de La Chinita con más atención y pude darme cuenta que era diferente, pero sin imaginar que podría llegar a ser lo que fue.

Después de un tiempo dejé de asistir a los juegos del Barranquilla y Teófilo desapareció de mi radar, apareciendo nuevamente cuando ya en 2007 estaba en primer empleo formal en el periódico Nuestro Diario (después Q'hubo). En ese año Teo hizo su debut oficial con Junior.

Pero solo hasta 2008 fue cuando logró consolidarse y desde entonces también he tenido la suerte de seguir su carrera, en el periódico y desde 2017 en Nuestros Deportes, justo cuando él regresó a Junior para ganar los cinco títulos que lo elevaron al Olimpo de los máximos ídolos del club rojiblanco.

Me ha tocado seguir sus goles, sus actuaciones en clubes y Selección, sus obras de caridad en su barrio La Chinita y también, cómo no, sus polémicas. Y hasta sufrir en carne propia algunas de sus picantes declaraciones.

Por todo eso tengo argumentos y pruebas suficientes para tomarme el atrevimiento de ejercer de juez y llamarlo a un juicio en el que desde ya tengo listo el veredicto: al señor Teófilo Antonio Gutiérrez Roncancio lo declaro CULPABLE.

Sí, culpable.

Culpable de llevar casi dos décadas entreteniéndonos con su calidad para jugar, para definir, para habilitar, para saber ubicarse en la cancha...

Culpable de embelesar a hinchas con su talento, con su aura, con su picardía, con sus declaraciones...

Culpable de ser de una especie única, selecta y reducida de futbolistas que parecen tener un crédito infinito con los hinchas de los equipos en los que juega, al punto que el enojo que les provoca por una expulsión termina con solo hacer una linda jugadita o un gol en su siguiente juego. O simplemente con una declaración hablando de su amor por ese club, de la grandeza y que dejará todo en la cancha. Ahí de nuevo se convierte en don Teo.

Culpable de haber sido pieza clave de una de las generaciones más recordadas de la Selección Colombia.

Culpable de transformar un supuesto odio de hinchas rivales en amor cuando viste las camisetas de sus equipos.

Culpable de haberte ganado ser el futbolista barranquillero más querido de la historia.

Culpable de ser considerado por muchos como el máximo ídolo de Junior, aunque otros puedan tener más méritos que tú.

Culpable de que en cada mercado de pases los hinchas de Junior pidieran tu regreso.

Culpable de generar que integrantes de la poderosa familia Char te perdonaran y te permitieran volver a tu equipo amado, cuando ya parecía un ciclo cerrado.

Culpable de aún hoy, con 40 años, alegrar el corazón de los aficionados y ser refresco para la vista con las pinceladas del talento que aún conservas.

Culpable de dar la impresión de ser el más famoso de los ganadores del premio Reye de América, pues tus fanáticos a cada rato lo recuerdan. Por ejemplo, quizá algún futbolero no sepa que Miguel Borja también logró ese galardón en 2016, pero en cambio tus hinchas no dejan de mencionar que tú lo obtuviste en 2014.

Pero mi querido Teo tú también eres culpable de que por tu inestabilidad y algunas malas decisiones no hayas tenido una carrera mejor de la brillante que has realizado.

Culpable de volarte de Turquía en tu primera experiencia europea en el Trabzonspor.

Culpable de ocasionar el retiro como técnico de Alfio 'El Coco', luego de aquella famosa pelea en el camerino de Racing con 'arma' incluida por allá en 2012. Un quilombo, dirías tu con tu acento ‘argentino chinitero’.

Culpable de haber dejado un Sporting de Portugal que iba a disputar la Champions League contra Real Madrid para regresar a Argentina a jugar en Rosario Central.

Culpable de generar la ira del 'mundo Boca' al celebrar un gol haciendo la banda de River en la mismísima Bombonera.

Culpable de que muchos te celebren tus excesos y hasta algunas actitudes non sanctas.

Culpable de muchas locuras más que han provocado risas en unos y enojo en otros.

Y como ya estoy ejerciendo de juez y ya te declaré culpable, ahora también tendré la osadía de anunciar tu condena.

Te condeno a que, en el tiempo que te queda en el fútbol profesional, sigas deleitándonos con tu talento y picardía para jugar. No te pondré un tiempo exacto, solo que sea el justo para que dejes una buena imagen en el final de tu carrera. Te condeno a ser sincero en esa decisión.

Y te condeno a que sigas siendo Teo, el del pueblo, con tus virtudes y tus errores. Que sigas siendo genio y figura...

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