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Combina su faceta como entrenador con la de pastor.

Por: Ronald Soto Toncel (@ronaldsotoND)

El hombre vestido elegantemente que está parado frente a personas de diferentes edades es el mismo que, con ropa deportiva, también se pone delante de un grupo de jóvenes que igualmente lo escucha con atención. Sea en una iglesia o en una cancha de fútbol, quienes lo siguen buscan lo mismo: que César Poveda los guíe.

Aunque el discurso es distinto en un escenario y otro, en el fondo el mensaje es similar, pues quienes siguen y escuchan a César lo hacen con el objetivo de que los ayude a ser mejores. La mayor diferencia es que dentro del mediático ambiente del fútbol se nota más su aporte, sus enseñanzas y su faceta de líder natural, como se ve ahora con el Barranquilla FC, equipo al que llevó a la final del Campeonato Nacional Sub-20 que disputa ante La Equidad.

Pero para llegar ser la persona que es hoy, César reconoce que primero pecó, se cayó y tuvo que encontrar a Dios para levantarse. El hijo del recordado periodista Fabio Poveda le contó su historia a Nuestros Deportes.


De promesa del fútbol a reiniciar su historia deportiva
Quienes lo vieron jugar en su máximo esplendor no entienden cómo un jugador con un talento grande tuvo una carrera breve. César, años después, encontró la respuesta y ahora como entrenador la terminó de entender: “me faltó sacrificarme más”, reconoce.

Poveda fue un diestro volante ofensivo que se destacó por su buena técnica. Esas excelsas condiciones con la pelota le permitieron debutar en el fútbol profesional con tan solo 17 años vistiendo la camiseta más querida en Barranquilla en un partido frente a Nacional el domingo 13 de septiembre de 1998.

“Inicié mi carrera participando en la Escuela Toto Rubio, luego paso a Junior en la categoría prejuvenil; estuve en todas las categorías de las selecciones Atlántico, gané dos títulos nacionales, uno infantil y otro juvenil en 1997 junto a Roberto Peñaloza, Emerson ‘Piojo’ Acuña, Leonardo Rojano, Santiago Silvera, entre otros. En 1998 debuto a nivel profesional con Junior a los 17 años, con Javier Castell como entrenador. En 1999 voy al Deportivo Cali, pero solo tengo participación con el equipo de reserva”, cuenta César.

En ese momento su técnica ya llamaba mucho la atención, pero también la apatía para el sacrificio y para cumplir tareas defensivas. Eso no le impidió ir a Estudiantes de La Plata, club donde el esfuerzo no se negocia, por eso Poveda pareció encontrar lo que le faltaba para ser un futbolista completo.

“En Estudiantes sí tenía ese sacrificio defensivo que tanto me pedían los entrenadores, allá mi vida deportiva cambió totalmente, aunque los primeros 4 meses de adaptación fueron duros, porque era una diferencia radical la condición física de allá comparada con la de Colombia. Con el tiempo logré adquirir la condición física. Por eso cuando en 2002 vuelvo a Junior se sorprendieron y hablaron que yo era otro jugador, por eso creo que Julio Comesaña, que era el técnico cuando retorné, me vio con otra actitud y me dejó en el equipo. Pero con el tiempo en Colombia lo fui perdiendo otra vez y volví a ser el mismo jugador apático”, acepta.

Y con esa combinación de talento sin sacrificio su carrera no pudo llegar a ser lo que esperaba, empezó a deambular por varios clubes hasta finalizar su carrera en la B.

“En 2003 llegó a Junior Dragan Miranovic y fuimos subcampeones. En 2004 vino Dusan Draskovic, luego Jorge Luis Pinto y yo seguí hasta que asumió Miguel Ángel ‘Zurdo’ López y salí del equipo. Fui a Venezuela al Italmaracaibo una temporada, de ahí regreso al Valledupar FC, duré casi dos años sin jugar porque las cosas ya no estaban de la misma forma, además tuve una lesión de rodilla, me operaron, en Valledupar el sueldo no era el mejor y nos quedaban debiendo. Mi esposa ya había alumbrado y las necesidades fueron creciendo. Después terminé en Alianza Petrolera en 2008”, recuerda.

El fútbol parecía haber terminado para él y las obligaciones que nacen al tener familia con hijos lo llevaron a laborar lejos de la canchas. “Comencé a trabajar administrando unas estaciones de gasolina”, dice.

Pero el fútbol no quería abandonarlo y volvió a tocar su puerta, tal vez convencido de que César estaba destinado a liderar personas a través de las palabras y no tanto de las cuentas como administrador de las bombas.

“Me contrataron como entrenador del colegio Liceo de Cervantes, después trabajé con Fútbol con Corazón y el Colegio San José; luego me llamó Enrique Chapman para que dirigiera Unicosta. Posteriormente me llaman a ser asistente de Alfredo ‘Pato’ Araújo en la Selección Atlántico infantil. Cuando se va el ‘Pato’ me dieron el equipo a mí. Finalmente aparece Junior a tiempo completo a partir de 2013. Este año también tuve la oportunidad de volver a entrenar el seleccionado atlanticense juvenil”, manifestó el estratega.

Encontró a Dios

Todo este recorrido como entrenador lo ha realizado luego de que Dios se adueñara completamente de su corazón.

“Dios llegó a mi vida cuando jugaba fútbol profesional. Después de la muerte de mi padre comencé a tener una serie de cambios en mi vida, empecé a sufrir muchísimas cosas, obviamente cuando él estaba yo lo tenía todo, pero cuando muere empiezo a tener que ganarme las cosas por mí mismo. Empezó Dios a tratar en mi corazón cuando en Junior conocí a mi amigo Eduardo Moreno, que también jugó fútbol profesional. A través de él se comenzó a sembrar la palabra de Dios en mí, a acercarme a los pies de Cristo. Cuando en 2004 llega el 'Zurdo' y en Junior no me tuvieron en cuenta los siguientes meses me quedé sin jugar porque no me entregaron los derechos deportivos a tiempo y ya no estaba recibiendo dinero. Comencé a acelerar el proceso con Dios, a experimentar de su amor, de su poder, a enamorarme más. Cambió mi vida, lo acepté, lo reconocí como el dueño y señor de mi vida. Él comenzó a usarme a través de los jóvenes, comencé a pastorear jóvenes, a liderarlos en 2005 y a partir de ahí Dios me llamó a sus servicios y también trabajo para el reino de los cielos”, expresa.

“Hoy en día soy pastor y también estoy sirviendo con estos muchachos sembrándoles la palabra de Dios en sus corazones”, agregó César, quien predica la palabra dentro del fútbol.

“Es algo lindo pero difícil, porque el medio del fútbol es complicado. Pero también es bello porque te encuentras con muchachos que tienen la necesidad de Dios, de pronto no han escuchado la palabra, entonces es mirar qué hay detrás de ese gran jugador y tirar esa semilla y que Dios comience a trabajar en ellos. El Señor me puso acá y puedo aprovechar este espacio porque mi profesión no solo es para enseñar a jugar sino también para enseñar estilos de vida para que más personas puedan llegar a conocer a Cristo. Estoy combinando. No sé cuántos pastores entrenadores hay en el mundo”, comenta.

Una de las formas que en el fútbol también encuentra para ayudar a través de la palabra es decirles a los jóvenes talentosos que no cometan los errores que él cometió, como lo hace especialmente con un jugador en el que se ve reflejado: Breyder Frías, el hijo de Leyder Frías, utilero de Junior.

“Breyder es un claro ejemplo de eso, tiene un talento innato, inteligencia de juego fenomenal, pero le falta ese carácter y dinámica de juego, entrega, lucha, garra, compromiso y es lo que le he venido transmitiendo a él. Lo mismo al ‘Chino’ Luis Sandoval, un delantero 9. Esa frase que me enseñó mi padre de tener mucho fuego en el corazón se las transmito a ellos para que no se queden como yo. Más allá de los campeonatos que se puedan ganar, nuestro gran trofeo y mayor título es poder verlos triunfar y se conviertan en grandes profesionales”, cuenta Poveda, quien añade que como entrenador sí está dispuesto a hacer todos los sacrificios para alcanzar sus metas.

“Mi sueño es ser entrenador de fútbol profesional, triunfar en Junior y cuando tenga mayor recorrido llegar a la Selección Colombia”, dice el DT que tiene claro su estilo de juego.

“Mis equipos se caracterizan por la posesión de la pelota, el buen trato de balón, buena circulación de pases, equipos agresivo, dinámicos, rápidos, con transiciones rápidas, que hagan presión alta y que juegue bien al fútbol”.

La final
Poveda está por segunda vez en una final del Campeonato Nacional Sub-20, luego que en 2015 llevara a Junior a la disputa de un título que ganó el Cali. Ahora con el Barranquilla FC se enfrenta a La Equidad, que en el duelo de ida sorprendió y se impuso 1-0 en el estadio Metropolitano. Pero con la fe del creyente los muchachos de César buscarán este domingo en Bogotá (12 m.) levantarse y remontar para coronarse campeones.

Foto principal: cortesía La Cantera del Tiburón

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