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Becado viajó a Estados Unidos para jugar y estudiar.

Hasta hace tres años Deiman Reyes Cassiani a duras penas sabía tomar el balón de baloncesto con sus manos. El deporte de la pelota naranja lo apasionaba, pero era tan poco hábil para jugar que solo lo mantuvieron por su estatura y, sobre todo, por las ganas y persistencia, que han sido más grandes que los 2,03 centímetros que mide.

Ahora, luego de aprender a jugar, tras ser el elegido mejor reboteador de un torneo nacional y participar en un Sudamericano con la Selección Colombia, emprendió viaje el pasado viernes a Estados Unidos, a donde se desplazó gracias a una beca completa que le otorgaron para jugar y estudiar.

El humilde chico del barrio El Valle, al suroccidente de Barranquilla, viajó al país del norte para vincularse a la Redemption Christian Academy, en el estado de Massachusetts. Allí deberá estudiar, aprender inglés y también un nuevo estilo de juego, la parte que más la atrae en busca de alcanzar el sueño de ser el primer colombiano en jugar en la NBA.

“Estoy muy contento con esta oportunidad que se me presenta, le doy gracias a Dios y a todos los que me han ayudado. Voy esforzarme al máximo para poder algún día ser el primer colombiano en la NBA, es el sueño que voy a perseguir en Estados Unidos”, dijo el joven de 16 años.

El hijo de Ángelo Reyes y Nelvis Cassiani cuando comenzó a jugar era víctima de burlas por su estatura y poca motricidad para el juego. Su vida empezó a cambiar cuando llegó a Los Tiburones, el club donde inició su verdadera formación como basquetbolista.

“Cuando llegó prácticamente no sabía jugar. Era solo estatura. Recuerdo que el primer día hicimos trabajo físico realizando un largo recorrido corriendo, él terminó con los zapatos dañados y lleno de ampollas. En ese momento dije: ‘si vuelve, acá tendremos un gran jugador’. Pensé que no regresaría, pero al día siguiente estuvo allí, eso sí, sin zapatos porque era un problema conseguirlos tan grandes”, explicó el entrenador Harold Hoyos, mentor de Deiman.

“El profe Harold es como un padre para mí, gracias a él aprendí a jugar y soy lo que soy ahora. Los Tiburones son como mi segunda familia, me han tratado muy bien”, nos contó un nostálgico Deiman la noche antes de partir a perseguir su sueño americano.

“Estuvo con nosotros durante tres años. Era un chico muy introvertido. Era un niño grande con problemas de motricidad gruesa y también de tipo social. Al principio, cuando jugaba y hacía algo mal, no permitía que los compañeros se burlaran, porque él necesitaba afecto y no más bullying. Además, les decía que lo dejaran porque más adelante nos iba a salvar”, manifestó Hoyos.

Y un año después de estar con su nuevo club, el gigante de El Valle ya participaba con Atlántico en torneos nacionales y era pedido por otras ligas del país.

El torneo que lo catapultó fue el realizado en Bucaramanga el año anterior, donde fue visto por Ollie Goulston, un cazatalentos del baloncesto estadounidense que se enamoró de su estilo de juego.

“En ese campeonato fue el mejor rebotero. Luego lo llamaron para integrar la Selección Colombia Sub-17 que compitió en el Suramericano de Lima (Perú). Hasta allá también viajó a Ollie a verlo y se terminó de convencer de su potencial”, contó Hoyos.

Para Deiman lo más duro será estar lejos de su familia, ahora sí de tiempo completo, pues cuando vivía en Barranquilla también hacía algunos sacrificios que le impedían compartir tiempo con sus padres y su hermana.

“Me levantaba muy temprano para llegar al colegio, luego, en la tarde, tenía que ir a entrenar al parque La Electrificadora y regresaba en la noche a casa a hacer las tareas. Ahora me van a hacer mucha más falta, pero es otro sacrificio que haré para poder cumplir mis sueños”, manifestó Deiman, quien de entrada en Estados Unidos ya tendrá suerte en algo que lo atormentaba: conseguir zapatos de su talla.

“Calzo 47, una talla que no es fácil de conseguir acá, sobre todo los de uso diario, pues últimamente los de jugar baloncesto me los enviaban de Estados Unidos con ayuda del club”, expresó el gigante de 2.03 metros, el gigante de El Valle.

Por: Ronald Soto Toncel

Twitter: @ronaldodavid01 - @nuestrosdportes

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